Que pasa por la mente de una Esposa Codependiente. Parte 1

Cuando tenemos un alcohólico en nuestra vida, nos volvemos locas y dentro de esta relación enferma en que nos encontramos sumidas, no podemos tomar decisiones, sobretodo tomar la decisión de dejar al alcohólico.

La mayoría de las veces, sentimos que lo amamos y que no podemos vivir sin él, pero,

¿Será realmente amor?

La esposa sabe que no puede sentirse feliz viviendo al lado de su alcohólico, pero tampoco cree que pueda vivir sin él.

Es difícil para ellas encontrar el valor de abandonarlo y sobretodo de empezar una vida solas, prefieren amortiguar el dolor y permanecer al lado de un hombre, no importa el dolor que les cause pero tratan de evitar la soledad.

¿Porqué las mujeres creen que no son nada sin un hombre en sus vidas?

La mayoría de las mujeres codependientes pueden ser mujeres frágiles o muy fuertes pero en el fondo son como niñas asustadas, necesitadas de amor, vulnerables y buscan que alguien las ame, las cuide y las proteja.

En su interior creen que no son dignas de ser amadas y que no encontraran nunca el amor sublime, se sienten abandonadas emocional y físicamente, rechazadas, y abusadas.

Han visto que el esposo alcohólico no ha respondido a sus necesidades y creen que hasta Dios las ha olvidado y se sienten desvalidas, de modo que se hacen codependientes del alcohólico.

Necesitan la aprobación del alcohólico, necesitan su presencia, necesitan “sentirse necesitadas”, necesitan su amor, su compañía, aunque esto requiera una mala convivencia.

Terminan pensando que el alcohólico es “su felicidad” y no lo quieren perder, pero eso no es amor, es una inseguridad emocional, una carencia afectiva que tratamos a toda costa que sea cubierta por el alcohólico.

Pensamos que si estamos con ellos nos sentimos bien y que si los perdemos nuestra vida acaba.

A veces esperamos tanto del alcohólico y lo necesitamos tanto, que terminamos conformándonos con muy poco, con lo que sea, hasta permitimos abusos y nos convencemos que no podríamos vivir si el alcohólico se va de nuestras vidas.

Perdemos el sano juicio a tal grado, que nuestras expectativas son muy por debajo de lo que merecemos de una relación y finalmente nos quedamos atrapadas en esa relación justificando al alcohólico: toma “pero es muy bueno”, toma, “pero es muy responsable”, toma, “pero no me es infiel”.

Y aún dentro de esa mala convivencia, decimos que lo amamos infinitamente.

Continuará….

Tu Amiga, Alexa G.